Palma de Mallorca

Yo no soy el primero, ni seré el último que ha elegido esta ciudad para vivir. Fruto del azar, mi destino terminó en esta maravillosa isla. Cuya capital, crece todos los días, en aras de una búsqueda de la virtud basada en el mestizaje.

Lo diverso, siempre suma. Respeta lo que hay, pero no renuncies a quien eres. Todavía el humano tiene libertad de movimientos en función de donde haya nacido. Si tienes la suerte de haber nacido en el mundo desarrollado, te puedes mover, pero en cambio si tu destino fue Gambia, La India o una lamentable lista de países no desarrollados, te comerás la mierda. Aunque también hay salida.

La posición estratégica del Mediterráneo, estar a tan solo dos horas de muchas capitales europeas le ha dado una proyección mundial, donde nacionalidades de todo el mundo conviven en esta isla.

Palma tiene dos partes muy claramente diferenciadas. De las “murallas” para adentro y de las “murallas” para afuera. Como bien sabrás, solo se conserva una pequeña parte de ellas, junto a la Catedral. En 1902 se iniciaron las obras de demolición de lugares tan emblemáticos como la Porta de Jesús, la Porta de Sant Antoni, el Baluarte Zanoguera, Porta de Santa Catalina y Porta de Santa Margalida.

Todo el encanto reside claramente reside en la “murallas” para adentro, que ahora vendría a ser ”las avenidas”. El centro histórico conserva un marcado trazado medieval, y la mejor manera de recorrerlo es partiendo de la imponente Catedral o Seu de Mallorca, el mejor mirador sobre la bahía de Palma.

Bajo la vieja muralla se encuentra Ses Voltes, recinto militar transformado en espacio escénico y expositivo, y el Parc de la Mar, pulmón urbano. Junto al templo se encuentra el Palacio de la Almudaina, antiguo palacio árabe, posteriormente cristianizado y reformado, delimitado en la parte marítima por la muralla que protegía la ciudad.

A sus pies se extienden los jardines del Hort del Rei, con juegos de agua, bancos para disfrutar del ambiente, esculturas de artistas como Subirachs o Joan Miró. Estos jardines conectan con el céntrico Paseo del Borne, bulevar encabezado por dos esfinges de piedra y flanqueado por árboles, animada zona comercial que desemboca en la calle Jaime III, donde se encontraran tiendas de las primeras marcas y unos grandes almacenes.

En la cercana Plaza Weyler se levanta el Gran Hotel, una de las muestras más importantes del Modernismo, convertido en un espacio expositivo. Junto al Teatro Principal- con una gran programación cultural todo el año- unas escaleras desembocan en la Plaza Mayor, amplia plaza fortificada, donde convergen las calles comerciales de San Miguel, Vía Sindicato y Colón. Esta última conecta con la Plaza de Cort, corazón administrativo de la ciudad, presidida por el Ayuntamiento y la sede del Consell de Mallorca, una gran muestra del neogótico mallorquín.

En los alrededores se encuentra la Iglesia de San Francisco -joya gótica con claustro donde reposan los restos del erudito mallorquín Ramón Llull-.
También en está zona está los baños árabes, el museo de Mallorca, el parlamento de Las Islas Baleares y el Palacio March.

Hay que pasear por la zona, disfrutar de sus pequeñas calles y patios imponentes con escalinatas góticas. Son muchos los palacios que la nobleza y burguesía mallorquina edificó en este espectacular barrio.

El paseo marítimo, da la cara el Mediterráneo, tanto andando o en bicicleta, puedes llegar a los barios del Portixol, Molinar, por un lado y a la playa de Cala Major por el otro.

Ese cruce de caminos que es Mallorca, cuya capital Palma de Mallorca que incide en su capitalidad y en su pertenencia a la isla, como elemento diferenciador de Las Palmas o La Palma, así como de las muchas Palmas que hay en el mundo.

Soy Palma, pero de Mallorca y mi amplia bahía es un gran preámbulo para asimilar mi llegada.

Una vez aquí, la luz es mi vida. Todo luce en torno a el mar.

Hubo un tiempo en el que me escondía de los piratas. Ahora soy una mezcla de mi origen mallorquín, más la aportación de todos los residentes que vinieron para quedarse.

Cada vez me empiezo a parecer poco a poco a Madrid, donde todo el mundo es Bienvenido, sin importar de donde venga.

Una tarde de Julio, donde nació la luz en la ya cerrada pizzería “Bambino”, vino un reparto que se terminó en la Calle Apuntadores, donde todo comenzó, en esta travesía de la vida que es la gran Palma de Mallorca.

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